De Capitán Álvaro Macías Torrijos
En una intervención difícil y prolongada, los equipos de emergencia del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid se ocuparon de una fuga de gas peligroso en el distrito de Fuencarral. El incidente, que inicialmente se creyó que era una pequeña fuga de una tubería enterrada, evolucionó hasta convertirse en una situación compleja que implicaba un tanque presurizado no identificado y la posterior fuga de gas propano líquido. Este artículo ofrece una visión general de la respuesta inicial y de los riesgos encontrados. La resolución de la situación se detalla en la segunda parte, que se publicará en la edición de agosto del boletín.
Sobre las 10 de la mañana del pasado 10 de enero de 2022, se desplazó una bomba urbana ligera (BUL) del Cuerpo de Bomberos de Madrid a un solar en obras del distrito de Fuencarral. Durante los trabajos de movimientos de tierras, el operario de la máquina excavadora percibió un fuerte olor a gas y sospechó que podría provenir de una conducción de gas oculta en el terreno, la cual habría sido dañada al retirar la tierra que había acumulado sobre ella.
Esa primera dotación, aplicó el procedimiento operativo en caso de fuga de gases inflamables en público, asegurándose de que no existía ninguna fuente de ignición cerca (puntos calientes de maquinaria, generación de chispas eléctricas, teléfonos móviles, etc.), desalojando la zona y estableciendo un perímetro de seguridad. Se realizaron varias mediciones con el detector de gases obteniendo valores positivos en inflamabilidad y compuestos orgánicos volátiles, los cuales indicaban la presencia de un gas inflamable y potencialmente dañino para la salud.
Lo que podríamos englobar dentro del grupo de intervención de seguridad, asistencia técnica y restablecimiento de la normalidad (fuga de gas en VP), resultó tratarse de una intervención con una concurrencia de riesgos tecnológicos que se prolongó sobre 60 horas y en la cual actuaron hasta un total de 50 vehículos y dotaciones en sucesivos relevos.
En este contexto, el objeto del presente artículo es exponer las decisiones operativas que se adoptaron y los riesgos que se observaron durante las horas en las que el dispositivo estuvo desplegado.
FASE 1: SITUACIÓN INICIAL Y RECONOCIMIENTO DEL ESCENARIO.
Confirmada la existencia de una fuga de gas de una conducción enterrada, se requirió la presencia del personal de Gas Natural. La brigada de urgencia de dicha compañía confirmó con sus monitores la presencia de esta fuga, y se reevaluaron las medidas de seguridad tomadas en primera instancia:
- Establecer un perímetro de seguridad de 100 metros, ordenación de la circulación de vehículos y desalojo preventivo de la zona (personal de obra, peatones etc.)
- Monitorización continua del gas fugado para establecer las zonas de riesgo.
- Eliminación de posibles fuentes de ignición.
- Estudio de la red de tuberías de suministro de gas y localización de llaves de corte.
Una a una se fueron cerrando todas las llaves de la red pública sin conseguir detener la fuga. Nuevamente, se volvió a estudiar la documentación de planimetría de la red e incluso se consultaron con los archivos en la Central, pudiéndose determinar que el siniestro no afectaba a dicha infraestructura. Por tanto, todo apuntaba a que, bajo mucha tierra, debía de hallarse un depósito presurizado, cuyo contenido y capacidad eran desconocidos, pero en el cual estaba el origen del escape.
A partir de ese momento, se activaron dos coches de mandos del Suboficial Jefe de Sector del parque 9º y del Jefe de Guardia, quienes decidieron de realizar una búsqueda manual retirando la tierra con el kit de herramientas antideflagrantes de uno de los recursos especiales de la Unidad NRBQ del Cuerpo de Bomberos de Madrid: el Contenedor Especial de Recogida de Hidrocarburos.
Al realizar una inspección visual de la zona donde se iba a descubrir el terreno, se observa cómo la arena se mueve, se escucha un silbido y se puede apreciar un intenso olor a gas que recuerda al que desprenden los derivados de los GLP. Paralelamente, se realizan diversas mediciones con los detectores y se obtienen lecturas positivas en el sensor de compuestos orgánicos volátiles o VOC (se alcanza el fondo de escala del sensor: 999 ppm) y hasta un 10% de sensor de inflamabilidad o LEL.
Llegados a este punto, se decide optar por una actuación ofensiva que consiste en la búsqueda activa del punto de fuga.
FASE 2: PRIMERAS ACTUACIONES Y BÚSQUEDA DEL ORIGEN DEL SINIESTRO.
Se determinó que los bomberos que estaban trabajando en zona caliente debían de aumentar su nivel de protección personal e intervenir con el equipo que se emplea para fuegos estructurales (adelante E2) y equipo de respiración autónomo, además de los correspondientes equipos SOS. Se despliegan dos líneas de mangueras que se conectan al cuerpo de bomba de un tanque de 8.500 litros, que además dispone de lanza monitora con posibilidad de proyectar espuma que ha sido específicamente desplazado al lugar como recurso preventivo. En una de las líneas se conecta un acortinador que protege a la excavadora, la cual ha tenido que ser inmovilizada en el mismo lugar donde se encontraba trabajando para evitar cualquier riesgo de ignición. En la segunda, se instala un surtidor de 45 mm, quedando el suministro de agua de la instalación garantizado mediante el abastecimiento de un hidrante privado próximo.
Con los trabajos de movimiento manual de tierra se consigue descubrir un conjunto de válvulas que parecen pertenecer a un depósito de almacenamiento de combustible enterrado (Imagen 1). Se observó que la ubicación exacta de la fuga estaba en uno de los tapones roscados del conjunto de válvulas y procedieron inmediatamente a su obturación. La situación de la fuga impedía colocar tapones o bandas tapa fugas, por lo que se optó por introducir obturador mecánico (cuña de madera) en la válvula que originaba la fuga y, tras chequear con el monitor de gases, se verificó que la fuga de gas se había detenido.
Retirando la tierra, se descubrió el resto de las conexiones del depósito. Entre la tierra removida apareció una placa metálica, que resultó ser la placa de identificación del depósito. Gracias a esta, se logró obtener importantes datos acerca del contenido, capacidad y año de fabricación (Imagen 2). Según la placa, el contenido es gas propano, su capacidad es de 8 m3 y su año de fabricación 1971
Finalmente, se descubrió la totalidad de las válvulas y conexiones, pudiéndose observar que algunas han resultado dañadas por el cazo de la excavadora y que todas presentan un avanzado estado de corrosión.
Casi de forma inmediata y de manera inesperada, se inició una nueva fuga. Esta fuga era de gas propano en estado líquido a través de la válvula del llenado del tanque de combustible.
Este nuevo escenario con fuga en estado líquido del propano aumentaba el riesgo de la intervención. En el análisis de riesgos se identificaron los siguientes:
- Térmico: el propano que se almacena en el interior de un depósito se halla una temperatura de – 20 °C.
- Físico: gas almacenado a presión. Según placa de identificación, podría estar presurizado hasta 8 bar.
- Inflamabilidad: el gas propano se emplea como combustible por su elevado poder calorífico. En caso de mezclarse con el aire en su rango de inflamabilidad y en presencia de una fuente de ignición, se produciría una súbita inflamación.
- Para la salud: este gas pesa aproximadamente 1,5 veces más que el aire y se deposite e incluso se pueda acumular en zonas bajas, desplazando el aire que respiramos. Además, una larga exposición al gas sin protección respiratoria podría generar daños tanto en vías respiratorias como en el resto del organismo.
- Riesgo de nuevas fugas y/o rotura del depósito debido al estado de deterioro del depósito.
En tales circunstancias, se han emprendido acciones emprendedoras para hacer frente a esta nueva fuga. Para seguir leyendo cómo se ha resuelto esta situación, consulte la segunda parte de este artículo, que encontrará en la edición de agosto del boletín.
Sobre el Autor:
El Capitán Macías es un apasionado del servicio público y está comprometido con su labor como bombero. Con más de 15 años de experiencia en el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, de los cuales los últimos 6 ha desempeñado diversas funciones de responsabilidad y gestión. Ha sido Jefe de zona al cargo de 3 de las 13 estaciones de Bomberos, Jefe de unidad NRBQ y jefe de guardia en el parque central. Además, ha sido coordinador del grupo táctico “NRBQ-OTAN” durante la cumbre de la OTAN. Su experiencia incluye también la dirección del grupo especial de operaciones de descontaminación durante la crisis del COVID-19. Posee una formación académica y específica en respuesta a emergencias y se dedica a compartir sus conocimientos a través de la instrucción.
*Imagen de Cabecera: Equipo de bomberos trabajando para descubrir el origen de la fuga con herramienta antideflagrante. La excavadora que golpeo el depósito quedo inmovilizada para evitar puntos de ignición, ©UNIDAD